El gobierno argelino reconoció hoy oficialmente la muerte del
cabecilla principal del Grupo Islámico Armado (GIA), Antar Zuabri,
alias Abu Talha, abatido por las fuerzas de seguridad en una
operación efectuada en la localidad de Nufarik, 25 kilómetros al
sur de la capital argelina. Con la desaparición de Zuabri y de dos
de sus acólitos, el GIA queda decapitado y sufre una de las peores
hecatombes en la medida en que los mismos servicios de seguridad
estiman que esta banda terrorista no dispone por ahora de un
personaje de la envergadura del fallecido en acción de combate.
Los medios integristas han mostrado su sorpresa por el hecho de
que el jefe máximo del GIA se arriesgara a acercarse a tan corta
distancia de Argel con sólo dos de sus seguidores, aunque lo
justifican por la presunta intención de Zuabri de dirigir
personalmente una campaña de colocación de artefactos en la capital
y su periferia. No se descarta que la acción que ha terminado con
el cabecilla central del GIA se haya visto facilitada por la
información de desertores de su banda. El terrorismo de naturaleza
integrista dista mucho de ser lo que era en la época más dura,
entre los años 1993 a 1997, y muchos de los apoyos, voluntarios o
forzados, que recibía de las poblaciones de montaña habían
disminuido tras las matanzas de civiles en condiciones que muchos
califican de espantosas.
La región de Bufarik, donde «Abu Takha» fue abatido, era su
lugar de nacimiento y en ella reside todavía parte de su familia,
que ha sido objeto constante de vigilancia de los servicios de
seguridad para localizar al cabecilla del GIA. La muerte de Zuabri,
cuyo cadáver ha sido mostrado acribillado de balas, le permite
también a Buteflika confirmar lo que el definió como doble
estrategia hacia el terrorismo integrista: por un lado perdón para
quienes se rindieran, y por otro dura represión para quienes
persisten en su «guerra santa». En tanto no se conozca al sustituto
de Zuabri, el hombre a abatir ahora es Hasán Hatab, uno de los
terroristas más buscados.
Antar Zuabri o el fin del reinado del más sanguinario
jefe de GIA
La muerte del jefe nacional del GIA, Antar Zuabri, constituye el
fin de un reinado de seis largos años del más sanguinario jefe de
esta organización. Con él se inauguraron las matanzas colectivas,
especialmente en las regiones indefensas de Argelia. Basándose en
una «fatua» (decreto religioso), autorizó e incluso «recomendó» los
asesinatos de ancianos, mujeres y niños. Entre sus «proezas» están
las matanzas en Rais, Bentalha y Sidi Hammad que suman un millar de
personas salvajemente asesinadas.
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