Slobodan Milosevic sonríe momentos antes de que se inicie el juicio.

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EFE-LA HAYA El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) abrió ayer el juicio contra el ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, caso sin precedentes por el que se procesa a un ex jefe de Estado por crímenes de guerra, contra la humanidad y genocidio que pudo cometer en el desempeño del cargo. El que fue todopoderoso presidente serbio y de Yugoslavia, líder de los serbios durante trece años (1987-2000), se sentó en el banquillo de los acusados en la sede del TPIY en La Haya, rodeado de la gran expectación de un proceso que se augura largo, con cientos de testigos y por el que podría ser condenado a prisión perpetua.

Serio, elegantemente vestido y con actitud por momentos distante, Milosevic escuchó la primera intervención de la fiscal jefe, Carla del Ponte, quien aseguró que es «la comunidad internacional» la que lleva al ex presidente a juicio y que este es un proceso «criminal», sin motivaciones políticas. Del Ponte acusó a Milosevic de cometer «los peores crímenes contra la humanidad». Aseguró que los crímenes de los que se acusa al ex jefe de Estado «nos afectan a todos, dondequiera que vivamos, porque ofenden a nuestros principios más profundos de la dignidad y los derechos humanos». «Es responsabilidad individual de Milosevic lo que la acusación pretende demostrar por los crímenes que se le imputan, sólo eso, y nada menos que eso», dijo Del Ponte.

La fiscal abrió así paso a la intervención de un miembro de su equipo, Geoffrey Nice, quien comenzó a narrar los antecedentes que condujeron, en 1999, a los delitos cometidos en Kosovo de los que se hace responsable al ex presidente yugoslavo. Nice comenzó su pausada y prolija exposición con tres ejemplos de brutales crímenes cometidos en Kosovo, Bosnia y Croacia, con los que quiso avanzar algunos de los testimonios que se van a escuchar entre las paredes del tribunal en los próximos meses.

Contó cómo en la localidad de Visegrad (Bosnia) miembros del ejército yugoslavo se llevaron a una mujer que acababa de dar a luz a su hija junto con 45 miembros de una misma familia a un lugar donde les quemaron vivos. Explicó que durante más de dos horas se escucharon los gritos de horror de los niños que ardieron vivos, relató Nice estremeciendo a la audiencia. A partir de ese momento, el ex presidente comenzó a prestar claramente más interés por el proceso y tomó notas de los comentarios de Nice, quien describió la sucesión de acontecimientos que, a finales de la década de los ochenta, documentan el aumento de la influencia de Milosevic en los asuntos de la provincia de Kosovo, de mayoría albanesa.

En su prolija exposición, Nice fue tratando de demostrar como el líder serbio pasó de ser un comunista convencido a un nacionalista radical que animó con a la destrucción del país, buscando en su lugar la creación de una «Gran Serbia». «En Croacia y Bosnia (Milosevic) estaba involucrado en una guerra que podía haber ganado, pero no lo hizo. Kosovo era algo que no podía permitirse perder, pero lo perdió», dijo Nice, teatral y bien calculada para atraer la atención del público. Durante su intervención, Nice ilustró su exposición con vídeos y grabaciones de sonido en las que aparecía un Milosevic mucho más joven arengando a las masas.