Las autoridades de Estados Unidos reforzaron ayer hasta niveles
extraordinarios todos los dispositivos de seguridad tanto dentro
como fuera del país, ante el temor de que pueda cometerse un nuevo
atentado terrorista de forma inminente. Los dispositivos, para los
que se ha solicitado la colaboración de todos los estadounidenses
tanto en casa como en el extranjero, se adoptaron poco después de
que, el lunes por la noche, la Oficina Federal de Investigaciones
(FBI) emitiera una nueva alerta general, ante lo que se dijo que es
una amenaza «concreta y creíble».
«Concreta», al menos en el tiempo -las fuentes coinciden en
señalar como fecha probable la de ayer, 12 de febrero- y «creíble»
porque la amenaza, según el FBI, ha tomado forma a raíz de las
entrevistas que agentes federales han tenido en la base de
Guantánamo con los presos allí retenidos. Lo que no está claro son
los posibles objetivos de este potencial nuevo atentado, ya que no
es tan siquiera previsible que se lleve a cabo en el territorio de
EE UU. Bien podría ser que se perpetrara contra objetivos
estadounidenses pero, por ejemplo, en Yemen, de donde es el hombre
identificado como el cerebro de la operación.
Se trata -según reiteró ayer desde San Antonio (Texas) el fiscal
general de EE UU, John Ashcroft- de Fawaz Yaya al-Rabeei, un yemení
de 22 años, que podría tener vínculos con la red terrorista Al
Qaeda. Sin embargo, otras fuentes han indicado desde el anonimato
que al-Rabeei no estaría vinculado al atentado contra el destructor
estadounidense «Cole», cometido en el puerto yemení de Aden en
2000.
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