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La posible deportación de tres palestinos a la franja de Gaza y la decisión de las milicias palestinas de no cesar sus ataques contra objetivos israelíes, pueden frustrar las conversaciones entre Israel y la ANP para pacificar la zona, que deben reanudarse esta semana. La deportación, de Cisjordania a Gaza, de tres familiares de activistas palestinos implicados en ataques contra Israel sigue pendiente, a pesar de que el Tribunal Supremo de Israel aplazó hoy por 15 días la aplicación de esa medida, tras atender una apelación de los afectados y pedir explicaciones al Ejército sobre su legalidad.

Pero el posible destierro de palestinos puede dar al traste con las conversaciones que Israel y la ANP celebran desde la semana pasada para acordar un plan gradual de pacificación conocido como «Gaza primero», por el lugar donde comenzaría su aplicación. Las conversaciones se estancaron el pasado miércoles debido a discrepancias sobre la extensión de la primera fase, aunque ambas partes acordaron seguir el diálogo esta semana. En un comunicado oficial de la ANP se afirma que las deportaciones son un castigo «inaceptable», y el propio líder palestino, Yaser Arafat, ha asegurado que «los palestinos tomarán medidas contra ellas», sin dar más detalles al respecto.

Mucho más específicos fueron los grupos palestinos armados, que prometieron seguir los atentados dentro de Israel, tras rechazar el lunes un acuerdo de alto el fuego unilateral gestionado por Al Fatah. «Si ellos nos atacan en nuestra casa, nosotros les atacaremos en la suya», dijo Ismail Abu Shenhab, un dirigente de Hamas. Igual postura expresaron portavoces de la Yihad Islámica y las Brigadas de Al Aqsa, el más radical de los grupos armados de Al-Fatah, que puso una serie de condiciones inaceptables para Israel.