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El secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, expresó ayer su satisfacción por el cambio de actitud de Arabia Saudí frente a una posible intervención militar contra Irak, añadiendo que es «útil» para aumentar la presión sobre Bagdad. El ministro de Asuntos Exteriores saudí, Saud Al-Fayçal, indicó ayer que Riad colaboraría en una operación llevada a cabo por Estados Unidos contra Irak, si se desarrollara bajo los auspicios del Consejo de Seguridad de la ONU.

«Nosotros nos sentimos siempre satisfechos cuando un país ofrece sus servicios. Esto ejerce una gran presión sobre Sadam Husein y sobre el régimen iraquí», añadió. Por otro lado, Lawrence Lindsay, asesor económico del presidente George W. Bush, calcula que una guerra con Irak costaría a los EEUU entre 100.000 y 200.000 millones de dólares, equivalente un uno o un dos por ciento del PIB. Lindsey calcula que tal gasto, el máximo estimado en caso de un conflicto, no debería afectar a la actividad económica ni provocar una recesión en los Estados Unidos.