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El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, vivió ayer la segunda huelga general en seis meses contra su política económica, convocada en solitario por el principal sindicato del país, el izquierdista Cgil, en plena crisis de toda una institución industrial como es el grupo automovilístico Fiat. En medio de la habitual guerra de cifras, la Confederación General Italiana del Trabajo (Cgil) destacó el éxito de la convocatoria, mientras desde el Gobierno se restó importancia a los efectos de una movilización que calificó de «política».

Con la alusión al consumo de energía, la central ex comunista cifró el seguimiento de la huelga en torno al 60 por ciento en la industria, mientras sus aliados en el anterior paro del 16 de abril, los sindicatos centristas Cisl y Uil, lo rebajaron a la mitad. Esta pugna entre los sindicatos marcó la difusión de los datos de la jornada, con la Cgil tirando al alza (60% en la enseñanza, 50% por ciento en bancos y administración pública) y sus hoy rivales minimizando para alejarse de los 13 millones de trabajadores en que cuantificaron la participación en el paro de la pasada primavera.

Lo que se pudo constatar es la paralización de buena parte de los transportes urbanos en las principales ciudades del país durante las horas centrales del día, la cancelación de 275 vuelos de la compañía Alitalia y la supresión de algo más del 40 por ciento de los trenes. Los convocantes de esta segunda huelga general fiaron buena parte de su éxito a las 120 manifestaciones organizadas en otras tantas localidades, con Roma, Milán, Nápoles y Palermo a la cabeza, en las que aseguran haber reunido más de un millón de personas.

La ciudad símbolo de la protesta fue Turín, sede del grupo Fiat, inmerso en una crisis sin precedentes, que ha convulsionado a la sociedad italiana, tras el anunció de la supresión de más de 8.000 empleos y los malos augurios sobre su futuro. A la capital piamontesa acudió el líder de la Cgil, Guglielmo Epifani, quien, ante más de 150.000 personas congregadas en Piazza San Carlo, afirmó que «hemos ganado el desafío, lo que demuestra que teníamos razón para organizar otra gran protesta».