El presidente estadounidense, George W. Bush, se enfrenta, aparte
de a las dificultades para encontrar una salida a la crisis nuclear
de Corea del Norte, a las críticas cada vez más numerosas
procedentes de su propio partido republicano, que lo acusan de
debilidad ante el «chantaje» del empobrecido país comunista. Bush
se había comprometido a no ceder jamás ante cualquier extorsión de
Pyongyang en su célebre discurso sobre el Estado de la Nación del
año pasado, en el que sacó a la luz su teoría del llamado 'eje del
mal', al que pertenecían Corea del Norte, Irak e Irán.
Según un despacho de la agencia norteña recibido en Seúl, el
primer viceministro de Asuntos Exteriores norcoreano, Kang Suk Joo,
dejó clara la postura del régimen comunista en una reunión con el
vicecanciller ruso Alesandr Losiukov, quien llegó el sábado a
Pyongyang para tratar de la crisis nuclear norcoreana.
Kang ofreció un banquete al enviado especial del presidente
ruso, Vladimir Putin, y le expresó que «debido a que el problema
nuclear en la península coreana ha sido creado por Estados Unidos,
Corea del Norte y EEUU son los que tienen que solucionarla, codo
con codo».
Recalcó que «si este asunto se internacionaliza, las
perspectivas para una solución del problema serán más complicadas y
remotas». Pese a todo, el viceministro norcoreano valoró
positivamente el intento mediador de Rusia, que, a su juicio, está
basado en «una postura de bondad y amistad que pretende resolver la
situación en la península coreana».
La reacción norcoreana se produjo en medio de una intensa
actividad mediadora de Corea del Sur, Japón, Rusia, China, la UE y
la ONU para encontrar una solución pacífica a las tensiones.
A este respecto, Pyongyang advirtió ayer a Japón que no se
inmiscuya en esa cuestión y criticó la postura japonesa de
alinearse en «la política aislacionista y hostil» que impone EEUU
al régimen comunista norcoreano. Washington por su parte se mostró
una vez más dispuesto a dialogar y a ofrecer ayuda económica al
país comunista a cambio del abandono de su programa nuclear.
«Con su intento de dotarse de armas de destrucción masiva, estos
países representan un peligro cada vez mayor», declaró entonces
Bush a los estadounidenses, que se encontraban todavía bajo el
'shock' de los atentados del 11 de septiembre de 2001. «Ellos
podrían dar esas armas a los terroristas (...). Podrían atacar a
nuestros aliados o tratar de chantajear a Estados Unidos»,
añadió.
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