Rusia consideró ayer innecesaria por ahora una nueva resolución de
la ONU que autorice un ataque a Irak, mientras Bagdad pidió al
Kremlin no traicionar la vieja amistad y amenazó con convertirse en
un «segundo Stalingrado» en caso de ser agredido.
Moscú, que se suma así a Francia y Alemania en su rechazo a la
política belicista del presidente de EEUU, George W. Bush, declaró
que una nueva resolución ahora «complicaría» la crisis iraquí, y
pidió aplazar los debates sobre este asunto hasta que se conozcan
los resultados del viaje a Bagdad de los jefes de las inspecciones
internacionales.
«En estos momentos no vemos ninguna razón para la aprobación en
el Consejo de Seguridad de una (nueva) resolución que abra el
camino al empleo de la fuerza contra Irak», dijo el jefe de la
diplomacia rusa, Igor Ivanov. Insistió en que «el problema de las
armas de destrucción masiva en Irak puede ser resuelto con medios
políticos» y que la fuerza es «un recurso extraordinario» para
«casos excepcionales» y que supone «graves consecuencias para este
país y el mundo entero».
EEUU y Gran Bretaña, que acusan a Irak de ocultar armas de
destrucción masiva, se han pronunciado a favor de una resolución
nueva y más categórica que autorice explícitamente el castigo a
Bagdad si incumple sus compromisos de desarme. En la sesión del
Consejo de Seguridad del pasado miércoles, en la que Estados Unidos
presentó nuevos datos sobre la presunta existencia en Irak de armas
prohibidas, Rusia no descartó la adopción de otra resolución, o
incluso varias, aunque insistió en que por ahora no es
necesario.
Ivanov reiteró ayer esta postura y subrayó que «lo importante no
es la cantidad, sino el contenido» de las resoluciones. Más
directo, el viceministro de Exteriores, Yuri Fedótov, afirmó que
«las decisiones del Consejo de Seguridad deben apuntar al arreglo
del problema iraquí, y no a su complicación».
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