La crisis que ha conducido a la guerra en Irak y la guerra misma
han producido un extraordinario caudal de insultos e improperios,
sin precedentes en los usos políticos y diplomáticos.
El presidente de EEUU, George W. Bush, fue el primero que inició
esta modalidad cuando a finales de enero de 2001 incluyó a Irán,
Irak y Corea del Norte en el «eje del mal» o «eje diabólico» porque
poseen o buscan armas de destrucción masiva.
Los miembros del «ala dura» de la administración Bush, como Dick
Cheney, Donald Rumsfeld o Condoleeza Rice, endurecieron su retórica
contra el líder del régimen iraquí, al que dedicaron calificativos
como «tirano», «dictador», «tramposo» y «opresor del pueblo
iraquí».
Los británicos, también se involucraron en esta campaña verbal
contra el régimen iraquí, y el primer ministro, Tony Blair, lo
calificó de «el más brutal del mundo».
Altos oficiales iraquíes, incluido el presidente Sadam Husein,
que también fue tildado de «déspota medieval», reaccionaron
duramente contra esta campaña de insultos y llamaron a George
W.Bush «Mongol de nuestros tiempos».
Sadam hacía así alusión a uno de los periodos más sombríos de la
historia iraquí, cuando Bagdad, la capital de los abasidas, fue
invadida por los mongoles, que mataron a decenas de miles de
personas.
«Este presidente necio, Bush el pequeño, será derrotado por el
pueblo iraquí y su bravo ejército», dijo Sadam horas después de que
la guerra estallara.
Durante la reciente cumbre árabe celebrada en la ciudad costera
egipcia de Sharm el Sheij, el príncipe heredero saudí, Abdalá bin
Abdelaziz, tildó al líder libio, Moamar Gadafi, de «mentiroso y
agente», tras recibir las críticas de este por haber propiciado el
establecimiento de bases estadounidenses en el Golfo Pérsico.
Pocos días después, y durante una cumbre de países islámicos,
estalló una trifulca parecida.
El «número dos» del régimen iraquí, Izat Ibrahim, tras ser
acusado de organizar un «montaje de mentiras», cubrió de injurias a
un miembro de la delegación kuwaití, al que dijo «enmudece enano,
eres un agente, un traidor y un mono».
Este nuevo vocabulario trufado de injurias ha llegado a su
clímax en los días previos a la guerra y durante la guerra
misma.
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