TW
0

BEATRIZ LECUMBERRI-UM QASAR
En la carretera entre Um Qasar y Basora, ocho iraquíes lloran desconsolados junto a un ataúd vacío y una fosa cavada en el arcén. En su interior, yace de cualquier manera el cadáver descompuesto de Basem Abdu Zarah, muerto hace diez días a manos de soldados británicos y recuperado finalmente por su familia este domingo para ser enterrado dignamente.

«¿Qué culpa tenía mi pobre hijo?», solloza desesperado su padre, ya anciano, sentado impotente al borde la carretera.

El tercer día de la ofensiva en Irak, Bassen y otras diez personas circulaban por esta carretera en dirección a Basora, 55 km al norte de la ciudad de Um Qasar, donde vivían. Todos ellos creían que más al norte estarían seguros.

«Nos dispararon soldados británicos. Primero contra el automóvil y después, cuando todos salimos del vehículo con las manos en alto, siguieron atacándonos con metralletas», recuerda Hassem Farah, uno de los ocupantes de la camioneta, que recibió un disparo en la pierna y acudió cojeando este domingo a recuperar el cadáver de su amigo.

Efectivamente, la carretera vecina está sembrada de cartuchos de artillería pesada que dan fe de la violencia del ataque. La camioneta estalló y quedó reducida a cenizas.

Además de Bassen, el conductor recibió un disparo mortal y falleció horas después en el hospital de Um Qasar, donde también fueron internados varios de los heridos, entre ellos una niña de 10 años.