Destacó que «hay confusión en las filas enemigas», que «tienen
problemas en sus líneas de aprovisionamiento», y que todo ello
explica «la petición de sus comandantes de que les envíen el
refuerzo de 120.000 hombres». El panorama expuesto no coincidió,
sin embargo, con el análisis que 24 horas antes hacía el
vicepresidente iraquí, Taha Yasin Ramadán, sobre la decisión de la
coalición de detener por unos días el avance. Interrogado en una
rueda de prensa acerca de si consideraba que la táctica era «útil»
para Irak, negó con la cabeza.
«Eluden el enfrentamiento. Por eso han detenido el avance y
solicitado ayuda», afirmó el portavoz militar iraquí, general Hasan
Al Raui, quien aseguró que la tropa de defensa mantiene sus
posiciones en todos los frentes. El alto oficial desgranó un parte
de guerra en el que subrayó que «cientos de soldados agresores han
muerto y miles resultaron heridos», y que las fuerzas de la
coalición han perdido «más de 130 tanques y carros blindados».
«¿Es que se han cansado sus soldados?, ¿Es que les hemos roto
los planes?», preguntó a su vez. Tampoco el ministro de Defensa, el
general Sultan Hashim Ahmed, se mostraba optimista al prever que
tras el paréntesis los soldados norteamericanos intentarán entrar
en Bagdad.
«En siete o diez días tratarán de venir aquí», dijo. El parón en
la ofensiva terrestre no ha detenido además los bombardeos sobre
las plazas cercadas; Basora, Nasiriya y Nayef, todas en el sur de
Irak y a orillas del río Tigris, que con su gemelo oriental, el
Eufrates, riegan la parte fértil del país.
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