EEUU cumplió los mejores pronósticos al conseguir una victoria
militar rápida y con pocas bajas en Irak, pero tiene por delante la
tarea más complicada, ya que debe cumplir sus promesas de llevar la
democracia y la estabilidad a la zona. Sin embargo, los ataques que
tropas estadounidenses han lanzado contra manifestaciones de
civiles que protestan contra la ocupación, y los ataques
ocasionales que sufren las fuerzas del Pentágono, muestran que la
pacificación del país aún está lejos. Siete soldados
estadounidenses resultaron heridos en la madrugada de ayer en
Falluja cuando dos individuos lanzaron granadas por encima del muro
que rodea un edificio en que el que se han instalado las tropas
americanas, según indicó un oficial norteamericano en el lugar.
La diferencia es significativa ya que si Estados Unidos declara
el final formal de la guerra, como potencia ocupante estaría
obligado por la Convención de Ginebra a poner en libertad a los
prisioneros de guerra y a dar fin a las operaciones contra
dirigentes específicos. El portavoz de la Casa Blanca, Ari
Fleischer, explicó que el hecho obedece a que todavía hay
«elementos significativos» que no se han completado, como la
localización de las armas de destrucción masiva que EEUU acusaba a
Irak de poseer y que se convirtieron en el motivo de guerra.
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