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El Ejército israelí cerrará los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza, según informaron anoche fuentes de los organismos de seguridad. Esta es la respuesta de Israel a los últimos atentados suicidas palestinos registrados ayer por la mañana en Jerusalén y el sábado en Hebrón, que se saldaron con un balance de 9 israelíes muertos y una veintena de heridos, tres de ellos en estado crítico.

El ministro palestino de Información, Nabil Amer dijo que los llamamientos de los ministros de la derecha israelí para expulsar al presidente palestino, Yaser Arafat, constituyen una «seria escalada israelí». Agregó que «Arafat es un líder democráticamente elegido de los palestinos y cualquier acción contra él complicará más la situación de lo que ya está».

Además, de imponer anoche un férreo bloqueo a los territorios bajo control administrativo de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), las fuerzas de seguridad de Israel impedirán la libertad de movimientos a los palestinos incluso para desplazarse de una aldea o ciudad a otra dentro de esas zonas.

El Gabinete Nacional que preside el primer ministro israelí, Ariel Sharon, continuaba anoche reunido para estudiar los próximos pasos a seguir y después de haber cancelado una visita de Estado a Washington a raíz de los atentados.

Por su lado, el portavoz de Sharon, Raanán Gissin, manifestó que la expulsión de Arafat no está entre las medidas a adoptar por los ministros del gabinete, aunque «hay todo tipo de propuestas».

Sharon indicó anoche que «no está en nuestra agenda la opción de echar a Arafat», y añadió que continuará los contactos con el primer ministro palestino, Mahmud Abbas (Abu Mazen), después de su primera entrevista celebrada el sábado en Jerusalén entre los dos mandatarios, pero lo cierto es que a día de hoy nadie duda de que el proceso de paz en Oriente Próximo vuelve a estar a punto de saltar por los aires.