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EFE-SAN PETERSBUGO
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, abrió ayer las cumbres que marcan el tricentenario de San Petersburgo con una turbulenta reunión de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), que replanteó los lazos entre los vecinos ex soviéticos.

Reunidos en el crucero de lujo «Silver Whisper», los presidentes de los doce países de la CEI (excepto el azerbaiyano Gueidar Alíev) insistieron en la necesidad de impulsar este organismo -que ha visto reducido su peso internacional en los últimos años-, pero se vieron arrastrados de nuevo por sus diferencias.

El proceso de integración europea, las crisis internacionales -como las de Irak y Afganistán- y las dificultades para aunar las políticas económicas en el espacio ex soviético fueron algunos de los asuntos abordados en esta cumbre extraoficial.

Fue el mandatario ucraniano, Leonid Kuchma, quien abrió la cita, en su condición de presidente del Consejo de Jefes de Estado de la CEI, organismo que doce años después de su creación sigue siendo un foro casi «virtual», donde priman las rencillas de sus miembros.

La cumbre de ayer se dejó llevar por estas diferencias, sobre todo entre Rusia y Georgia, cuyo presidente, Eduard Shevardnadze, estuvo a punto de no asistir tras conocerse que el Kremlin había invitado a las celebraciones de San Petersburgo a una delegación de Abjasia.