Pese al plan de paz, la violencia continúa en Oriente Próximo.

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El primer ministro palestino, Mahmud Abbas (Abu Mazen), anunció ayer que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) estará preparada en dos o tres semanas para hacerse con el control de la seguridad en los territorios palestinos que Israel le ha arrebatado desde que comenzó la Intifada de Al-Aqsa, en septiembre de 2000.

Sobre la posibilidad de enfrentarse a esos grupos por las armas para cesar la violencia, tal y como le exige Israel, Abu Mazen dijo: «olvidaos» de esa posibilidad, «no habrá una guerra civil» entre los palestinos.

Abu Mazen se entrevistó en la noche del jueves con el primer ministro israelí, Ariel Sharon, en una reunión en la que éste último le sugirió traspasar a los palestinos el control de los centros urbanos en Cisjordania, así como las zonas de Gaza invadidas por Israel a cambio de seguridad. El Ejército israelí ocupa desde abril de 2002 siete de las ocho ciudades autónomas palestinas y una buena parte de la franja de Gaza.

Abu Mazen explicó a Sharon que los organismos de seguridad de la ANP no tienen en estos momentos la capacidad para hacerse cargo de las ciudades en Cisjordania y que en Gaza, esa capacidad operativa llega tan sólo al 30 por ciento de la que llegaron a disponer durante el proceso de Oslo.

El jefe del Gobierno israelí propuso a su homólogo palestino traspasar a sus casi desmanteladas fuerzas de seguridad el control del norte de Gaza y de ciudades autónomas de Cisjordania, ocupadas desde hace más de un año por el Ejército israelí, pero Abu Mazen prefiere antes un acuerdo con las facciones de la resistencia.

Entre esos grupos Hamas y la Yihad Islámica podrían aceptar una tregua, según manifestaron fuentes de esas organizaciones. Nafez Azzam, un destacado dirigente del grupo en Gaza, indicó que su movimiento aceptaría un alto el fuego si Israel cesa los ataques contra civiles palestinos, los asesinatos, la destrucción de casas y el arresto de palestinos.