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El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, reavivó ayer la polémica por su apelativo de «nazi» al eurodiputado alemán Martin Schulz en su debut como presidente del Consejo Europeo al asegurar que ni ha pedido ni pedirá disculpas.

Contrariamente a lo que dio a entender el canciller alemán, Gerhard Schroeder, Berlusconi repitió que el ofendido es él, antes de echar más leña al fuego y comparar a Schulz con un homónimo atolondrado sargento de ficción de un campo de concentración.

Con estos planteamientos, el jefe del Ejecutivo italiano no retrocedió ni un milímetro de sus posiciones en la conferencia de prensa, junto a Romano Prodi, con la que finalizó la habitual reunión de la CE con el Gobierno que asume la Presidencia semestral.