En una intervención a la nación, Taylor explicó que ha decidido
dejar Liberia desde hoy, para cuando está previsto que abandone el
poder, en un intento de frenar el baño de sangre en el país, aunque
no descartó volver «si Dios lo quiere».
Taylor añadió que abandonará Liberia forzado por Estados Unidos,
país al que acusó de apoyar a los rebeldes del grupo Liberianos
Unidos por la Reconciliación y la Democracia (LURD).
Por ello, instó al presidente de Estados Unidos, George W. Bush,
a que haga algo en favor del pueblo liberiano, pues ésta es una
«guerra estadounidense».
En Liberia, sumida en el caos, se registra un baño de sangre y,
en tres semanas de intensos combates, el fuego cruzado ha matado a
más de 2.000 civiles.
La mayoría de los soldados no son profesionales y las filas de
los dos ejércitos están constituidas en gran medida por
adolescentes, a los que se les facilita armas para combatir bajo el
mando de un puñado de adultos que comandan la tropa.
Conocidos como los «niños de la guerra», la ignorancia y los
rifles de asalto en sus manos, en muchas ocasiones mezclados con
marihuana y el alcohol, propicia que, bajo las órdenes de sus
superiores, sean capaces de perpetrar todo tipo de atrocidades.
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