Tres israelíes y dos palestinos murieron ayer en una nueva jornada
sangrienta que pone de relieve un grave repunte de la violencia y
la ausencia de una iniciativa diplomática de paz sostenible. Los
tres israelíes murieron a última hora de la tarde en las
proximidades del asentamiento judío de Ofra, al noreste de Ramala,
en un ataque con armas automáticas del que se responsabilizaron
miembros de las Brigadas de los Mártires de Al-Aksa.
Milicianos palestinos de ese grupo vinculado al movimiento
Al-Fatah abrieron fuego desde la aldea de Ein Yabrod contra un
grupo de israelíes que caminaba por la zona, hiriendo a todos
ellos.
Tres de los heridos sufrieron heridas graves y murieron antes de
ser trasladados a centros hospitalarios en Jerusalén, informó un
portavoz de la Estrella Roja de David, equivalente a la Cruz Roja
en Israel. Una cuarta víctima ha sufrido heridas de bala en las
piernas y está fuera de peligro.
Fuentes sanitarias israelíes confirmaron que se trata de
civiles, al parecer habitantes del asentamiento de Ofra, aunque
testigos palestinos aseguran que se trata de militares de un puesto
de control. Helicópteros y aviones de guerra israelíes sobrevolaron
la ciudad de Ramala tras el ataque y que numerosos efectivos del
Ejército tomaron la zona y cercaron la aldea de Ein Yabrod, donde
declararon el estado de sitio.
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