La policía evacúa a un herido en la sede de la Cruz Roja mientras varios vehículos arden tras el atentado. Foto: CHRIS HELGREN/REUTERS

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MIGUEL F. ROVIRA-BAGDAD
Los objetivos de los ataques de ayer, aparentemente coordinados y ejecutados en espacio de una hora, fueron la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja, y cuatro comisarias de policía, muy alejadas una de la otra. El ataque más grave y con el que comenzó la matanza, ocurrió hacia las 08:30, cuando una ambulancia cargada de explosivos y conducida por un suicida, explotó en el control de seguridad de la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja.

«En base a nuestras informaciones, ninguno de estos suicidas logró alcanzar el objetivo», manifestó en rueda de prensa el general Mark Herling, portavoz de la Primera División Acorazada, la que está a cargo de la seguridad en Bagdad. La cifra de víctimas mortales causadas por los cinco atentados suicidas convirtió el primer día de Ramadán, en la jornada más sangrienta que ha vivido Bagdad desde la caída de Sadam Husein, el pasado mes de abril.

La Cruz Roja indicó que 12 iraquíes, incluidos dos empleados, murieron en el atentado a su sede, que resultó parcialmente destruida por la explosión. El resto de las víctimas, entre ellas al menos nueve policías iraquíes y un soldado estadounidense, murieron en los atentados ejecutados también suicidas que estrellaron sus coches bomba contra los controles de seguridad de cuatro comisarias que contaban con el apoyo de unidades militares de Estados Unidos.

Durante toda la mañana, Bagdad, una ciudad en la que residen cerca de cinco millones de personas, se vio turbada por el constante sonido de las sirenas de las ambulancias, los coches de policía, y las columnas de humo negro. «Es una coordinada campaña de terror que persigue crear una sensación de pánico y de falta total de seguridad el primer día del mes sagrado del Ramadán», señaló Samir Mahmud, representante de la minoría suní en el Consejo de Gobierno iraquí elegido por EEUU.