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MIGUEL F. ROVIRA-BAQUBA
Dos coches bomba conducidos por suicidas explotaron ayer junto a dos comisarias de Policía en la provincia iraquí de Diyala, causando 18 muertos y cerca de 40 heridos, con lo que continúa la escalada de violencia. Los ataques a las comisarías de las localidades de Jan Bani Saad y de Baquba, ambas al noreste de Bagdad, se produjeron después de que el alto mando de las fuerzas estadounidenses en Irak advirtiera sobre una ola de ataques para el final de Ramadán, el mes de ayuno musulmán, que concluye el próximo día 26 de noviembre.

La pequeña, de nombre Tabarak Nasser, y según los relatos de testigos, fue recogida del suelo muerta por su padre, un ex capitán del disuelto Ejército, que pocas semanas atrás abrió frente a la comisaría una pequeña tienda de comidas y refrescos, para sacar adelante a sus seis hijos. El jefe de la Policía Local, coronel Ismail Kemu Al Akari, indicó que otras trece personas resultaron heridas por la deflagración del explosivo que portaba el coche, un viejo Cadillac que a gran velocidad logró estrellarse contra el grueso muro de tierra levantado frente a la fachada de la comisaría.

La táctica empleada en los dos atentados, que se produjeron con una diferencia de media hora, fue muy similar a la ejecutada en anteriores ataques perpetrados por conductores kamikazes. En la aldea de Jan Bani Saad, a unos 20 kilómetros al este de Baquba, la capital provincial, la explosión de un coche bomba causó la muerte de seis policías y cuatro civiles, incluida la de una niña de 6 años que jugaba en la calle.

En Baquba, ciudad situada a unos 65 kilómetros al norte de la capital iraquí, siete policías y dos civiles murieron y al menos otras 25 personas resultaron heridas cuando un suicida detonó frente a la comisaría central, la carga explosiva que llevaba en un vehículo todo-terreno.