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Augusto Pinochet cumplió ayer 88 años en medio de una polémica por unas declaraciones en las que negó nuevamente haber cometido crímenes y afirmó que son sus enemigos, y no él, quienes deberían pedir perdón.

El general retirado no se considera un dictador, sino un «ángel patriótico» que no tiene que pedir perdón a nadie y el artífice de que Chile no sea ahora un país marxista.

En una entrevista televisada que él mismo consideró que será su última conversación con un periodista, Pinochet dijo que no tiene que pedir disculpas por lo que pasó durante su régimen militar (1973-90). Atribuyó lo que llamó «excesos» de su régimen a sus subalternos, negó haber ordenado matar a nadie y se quejó de que la Justicia ha sido «injusta» con él.

El ex dictador chileno bajo cuyo mandato 3.000 personas murieron o desaparecieron y miles fueron encarceladas y torturadas, dijo que siempre fue un demócrata y que no tiene remordimientos.

«Nunca fui aspirante a dictador porque considero que las dictaduras terminan mal. Yo siempre actué con sentido democrático, señaló. El dictador celebró su cumpleaños en una comida «íntima» a la que asistieron 260 invitados.

La entrevista, que causó polémica en Chile, fue emitida 24 horas después que un periódico chileno revelara que 400 prisioneros políticos fueron lanzados al mar desde helicópteros, atados y metidos en sacos.