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La protesta contra la reforma de las pensiones y los Presupuestos Generales del Estado que prepara el Gobierno de Silvio Berlusconi congregó ayer en Roma a una multitud, cifrada en millón y medio de personas por los sindicatos y en 250.000 por la policía.

Convocados por las tres principales centrales de Italia -CGIL, CISL y UIL-, que tienen en conjunto unos diez millones de afiliados, los manifestantes desfilaron por las calles de Roma hasta llegar a la plaza de San Juan de Letrán, escenario habitual de grandes concentraciones de la izquierda.

Los partidos de oposición secundaron con la presencia de sus líderes esta iniciativa sindical en contra del proyecto de reforma de pensiones, que incluye la elevación de 35 a cuarenta años del período de cotización obligatorio para poder acceder a una pensión completa.

Los sindicatos rechazan esta modificación, que está previsto que entre en vigor a partir de 2008, y ya el pasado 24 de octubre convocaron una huelga general de cuatro horas contra el proyecto del Ejecutivo.

Guglielmo Epifani (CGIL), Luigi Angeletti (UIL) y Savino Pezzotta (CISL) intervinieron desde el palco para dejar claro que el plan del Gabinete de centroderecha no saldrá adelante y que mantendrán la movilización. «El Gobierno tiene que reflexionar ante esta manifestación. Si quiere seguir con su proyecto, la protesta continuará», dijo Epifani, quien añadió que «sería bueno para Italia y para evitar el declive, que el Ejecutivo cambie radicalmente la línea política, económica y social, porque de lo contrario asumirá la responsabilidad de detener el futuro del país y de alterar la condición de las personas y de las redes sociales.

Desde el Gobierno replicó el viceprimer ministro, Gianfranco Fini, quien señaló: «Que no se ilusione la izquierda movilizada masivamente, el Gobierno no cede a la calle. La reforma hay que hacerla para garantizar el futuro de los trabajadores. Estamos preparados para debatir con los agentes sociales, pero no habrá marcha atrás».