Aznar conversa con Blair en presencia de Ana Palacio.

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AGENCIAS-BRUSELAS
El pulso por el poder en la UE que se está produciendo en el seno de la Conferencia Intergubernamental (CIG) reflejó ayer profundas divergencias sobre la propia visión de la construcción europea, separando claramente a España y Francia.

Berlusconi ha empezado a convocar, uno a uno, a todos sus colegas para sondear hasta dónde está dispuesto a llegar cada cual en las tres cuestiones más delicadas de la arquitectura de la futura Unión: el sistema de voto, el tamaño de la CE y la eliminación de los vetos nacionales en determinados ámbitos de decisión.

El presidente francés, Jacques Chirac, afirmó que «las cosas han cambiado desde la cumbre de Niza» y que esa es la razón por la que Polonia y España deben cambiar de actitud en las discusiones sobre la futura Constitución. Chirac instó a Aznar a que reflexione porque Francia no está dispuesta a cambiar su postura sobre el voto. «Hay que tener en cuenta la vocación europea de respeto a las reglas y a la democracia y tener en consideración el criterio de la población», dijo Chirac, quien afirmó estar «seguro de que España y Polonia tienen en cuenta esta visión en sus reflexiones».

La presidencia de turno italiana de la UE decidió ayer tarde suspender hasta esta mañana la sesión plenaria de la Conferencia en la que 25 gobernantes europeos negocian el reparto del poder en la Europa ampliada, tras constatar que las posiciones de unos y otros no se han movido.

Algunos de estos encuentros bilaterales, o 'confesionarios' como se los conoce en la jerga negociadora de Bruselas, están siendo auténticos «cara a cara» en los que Berlusconi busca «un milagro». El propósito del primer ministro es presentar, a tiempo para la reanudación de la sesión plenaria, una nueva propuesta global de compromiso. En cualquier caso, Berlusconi prefiere prolongar la negociación a pactar una mala Constitución.