Tres soldados norteamericanos y dos miembros de la Defensa Civil
iraquí resultaron ayer muertos por la explosión de una bomba
accionada por control remoto en el distrito de Al Taji, al norte de
Bagdad.
Otro miembro de las fuerzas armadas de EEUU falleció ayer en el
sur de Bagdad de un disparo que no fue realizado por el enemigo,
según el Departamento de Defensa de Estados Unidos, que no ofreció
más detalles.
De los 500 fallecidos, 346 han muerto en combate y el resto en
accidentes o por otras causas. Desde el 1 de mayo, cuando el
presidente de EEUU, George W. Bush, declaró el fin de los
enfrentamientos principales, 362 soldados han fallecido, 231 en
combate y 130 por otras causas.
Desde el inicio de la invasión, el pasado 20 de marzo, 2.499 han
resultado heridos en combate y 396 en otros incidentes, según el
Pentágono. Además, 55 militares británicos han muerto, 17
italianos, ocho agentes secretos españoles y dos militares, cinco
militares búlgaros, dos tailandeses, un danés, un ucraniano y un
polaco.
En comparación, 100 soldados estadounidenses han muerto en las
operaciones en Afganistán, menos de un tercio de ellos por fuego
enemigo. En la anterior Guerra del Golfo, en 1991, perecieron 315
militares de EEUU.
El ataque causó heridas a otros dos militares de EEUU que
viajaban con las víctimas mortales en un vehículo de combate
Bradley que formaba parte de un convoy y que, según testigos
presenciales, saltó por los aires al producirse el estallido.
Fuerzas norteamericanas cortaron de inmediato el acceso al área,
que anoche continuaba siendo sobrevolada por helicópteros
estadounidenses ante la sospecha de que estuviera sembrada de más
artefactos explosivos después de la detención en las cercanías de
tres iraquíes con material para preparar ese tipo de bombas.
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