El antiguo presidente chechén Zelimján Yandarbíev, a quien Rusia
acusaba de mantener vinculos con Al Qaeda, murió ayer en Doha, tras
la explosión de una bomba colocada bajo su automóvil, informaron
fuentes oficiales de Qatar.
Algunos medios rusos no descartaron que detrás del atentado
estuviera «la mano de Moscú», teniendo en cuenta la promesa del
presidente ruso, Vladímir Putin, de «freír hasta en el retrete» a
los «terroristas chechenes» y la de los servicios secretos de
eliminar «tarde o temprano» a los cabecillas separatistas.
El atentado, que también causó la muerte de su hijo de 13 años y
de dos guardaespaldas del líder chechén declarado por Rusia
«terrorista internacional», se produjo poco después de que
Yandarbíev saliera del rezo del viernes santo en una mezquita de la
capital qatarí.
El Gobierno ruso confirmó que la embajada de Qatar en Moscú le
comunicó la muerte de «uno de los cabecillas terroristas
chechenes», contra el que pendía una orden internacional de busca y
captura y considerado por el Kremlin como el enlace de los
separatistas con la red terrorista internacional Al Qaeda.
Pero el portavoz del Servicio de Inteligencia Exterior rusa
(SRV), Borís Lábusov, afirmó que este organismo, encargado del
espionaje, no practica los asesinatos y no está implicado en el
atentado contra Yandarbíev.
«Ni el SRV, ni su antecesor, el Quinto Departamento Central del
KGB, se dedican a semejantes cosas desde 1959», cuando fue
eliminado con gas tóxico en la ciudad alemana de Munich el líder
nacionalista ucraniano Stepan Bendera, declaró Lábusov.
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