Seis columnas humanas procedentes de diferentes zonas caraqueñas
concentraron a una muchedumbre opositora en una avenida próxima al
centro de la ciudad, aunque fuentes independientes no
proporcionaron cifras de asistentes y hablaron sólo de «una
impresionante multitud». Allí los opositores, que colapsaron la
capital, enarbolaron carteles donde exigieron «votos y no balas» y
levantaron una tarima engalanada con una bandera de Venezuela
manchada de sangre, siempre vigilados desde el aire por
helicópteros de fuerzas bajo el mando del Gobierno.
Personas que dijeron que en los últimos días fueron golpeadas,
tiroteadas y torturadas por fuerzas antidisturbios gubernamentales
hicieron uso de la palabra, junto a varios de los dirigentes
«antichavistas» que clamaron unidad contra el gobierno.
Los manifestantes fueron resguardados por 3.000 agentes de
cuerpos policiales al mando de alcaldes opositores, acusados por el
Gobierno de contribuir, «por acción u omisión», a los incidentes
que entre el 27 de febrero y el miércoles pasado dejaron al menos
siete muertos, más de 200 heridos y más de 300 detenidos. Se
desconoce con exactitud el número de víctimas y cuántas son
opositoras, oficialistas y de los cuerpos de seguridad bajo órdenes
«antichavistas» o del Gobierno que actuaron en esos
enfrentamientos.
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