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MARÍA PEÑA-WASHINGTON
El presidente George W. Bush afirmó ayer que contestó con franqueza a todas las preguntas de la Comisión que investiga el 11-S. Bush compareció durante poco más de tres horas, junto con el vicepresidente Richard Cheney, ante los diez miembros de la Comisión del 11-S, donde defendió las acciones de su Gobierno antes de los ataques. El interrogatorio fue en el Despacho Oval de la Casa Blanca sin grabaciones ni estenotipia.

Mientras, la comisión indicó en un breve comunicado que la reunión fue «extraordinaria» y que tanto Bush como Cheney estuvieron «elocuentes y francos». La comisión bipartidista agregó que la información obtenida ayer formará parte del informe final -que será revisado renglón por renglón por la Casa Blanca- y que presentará ante el Congreso previsiblemente el próximo 26 de julio.

«Estamos trabajando largas horas para proteger a EEUU y hacemos lo mejor posible» para llevar a los responsables ante la Justicia, aseguró. Sin entrar en detalles sobre el contenido del encuentro a puerta cerrada, Bush dijo que se abarcaron muchos temas, que contestó a todas las preguntas y que le interesan las recomendaciones de la Comisión para evitar errores del pasado.

Pero la entrevista suscitó críticas entre algunos demócratas y algunos familiares de las víctimas del 11-S, por la presunta falta de transparencia y la suspicacia de que, quizá, ambos querían mantenerse en el mismo guión para no entrar en contradicciones. Bush insistió en que no tiene nada que ocultar y que quiso explicar a la comisión «cómo dicto estrategias, cómo funciona la Casa Blanca, cómo lidiamos con las amenazas».