«Habrá investigaciones, los responsables serán llevados ante la
justicia», aseguró el presidente, quien reiteró que «no tenemos
nada que esconder». A pesar del escándalo sobre la situación en la
prisión de Abu Gharib, que ha causado un gravísimo daño político a
Estados Unidos en Irak y el mundo árabe, el presidente reafirmó su
confianza en su secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Bush capitaneó ayer la ofensiva mediática de su gobierno para
tratar de controlar el grave daño político y de imagen para Estados
Unidos creado por la divulgación de los malos tratos en la prisión
iraquí de Abu Gharib, en las afueras de Bagdad.
El presidente ofreció entrevistas a dos cadenas árabes de
televisión, y su consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice,
concedió otra más, mientras que otros miembros y altos cargos del
gobierno se multiplicaron en las pantallas estadounidenses.
Bush dijo a la cadena por satélite Al Arabiya, basada en Qatar,
que los malos tratos y torturas en la prisión de Abu Ghraib son
«aborrecibles», y aunque afirmó que «no toleramos este tipo de
abusos», no pidió disculpas expresas por esos hechos. «Habrá una
investigación completa y se hará justicia», aseguró el presidente,
quien mostró un tono a la vez severo y amable para pedir la
comprensión de los ciudadanos de Irak y otros países árabes, ya que
EEUU mantiene que se trata de incidentes aislados protagonizados
por unos pocos de sus soldados.
La consejera de Seguridad Nacional también participó en la
ofensiva mediática, con otra entrevista televisiva a una cadena
árabe en la que sí empleó un tono de disculpa, al asegurar que
«lamentamos lo que ocurrió a esa gente y lo que deben estar
sintiendo sus familias. No está bien».
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