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EFE-IRLANDA
El extraordinario dispositivo de seguridad desplegado para la llegada del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en previsión de grandes manifestaciones, contrasta con la cordialidad y calidez que Irlanda ha reservado siempre a los presidentes estadounidenses.

Bush llegó acompañado de su esposa, Laura, su asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y el secretario de Estado, Colin Powell, entre otros. A su llegada al aeropuerto, en medio del mayor despliegue de seguridad vivido nunca en Irlanda, el presidente de EE UU fue recibido por el primer ministro irlandés, Bertie Ahern, cuyo país ejerce la presidencia de turno de la Unión Europea.

Bush llegó anoche al aeropuerto de Shannon, en el sureste de Irlanda, para participar en una cumbre con la UE que pretende consolidar las relaciones transatlánticas tras las disensiones sobre Irak.

Miles de personas en contra de la guerra salieron ayer a las calles de varias ciudades de Irlanda para protestar por la presencia del presidente estadounidense. Cerca de 4.000 agentes de Policía («Garda») y 2.000 soldados irlandeses participan en la exhaustiva operación de seguridad en esta zona turística del país.

El presidente de EE UU, que no quiso hacer declaraciones, se dirigió de inmediato a sus habitaciones en Dromoland Castle, el castillo del siglo XVI en el que se celebra la cumbre.

La estancia de Bush en Irlanda se prolongará apenas 18 horas, antes de partir hacia Turquía, y no tiene previsto participar en ningún acto público, algo que rompe la tradición de las visitas de los mandatarios de EE UU a Irlanda, un país del que son originarios 40 millones de estadounidenses.