En una convulsa convención del derechista Likud celebrada ayer
noche en Tel Aviv, Sharón puso en manos de los 3.000 representantes
del comité central del partido la decisión de amparar mediante el
voto su voluntad. El primer ministro tuvo que detener su discurso
en repetidas ocasiones, abucheado por los silbidos de los
opositores al ingreso del laborismo en el Gabinete, así como los
que rechazan el plan para la desconexión de la franja de Gaza.
No obstante, fuentes del Servicio de Prisiones de Israel
indicaron que decenas de los prisioneros que comenzaron la «huelga
de hambre a muerte» el domingo, la habían roto, entre ellos, el
secretario general de Al Fatah en Cisjordania, Maruán Barguti,
condenado hace unos meses a cadena perpetua por un tribunal de Tel
Aviv. Entre las demandas de los prisioneros está la de poder hacer
uso del teléfono, no ser cacheados estando desnudos y que se les
permita el contacto directo con sus parientes cuando acuden a
visitarlos.
Por otra parte, el primer ministro israelí, Ariel Sharón, ha
ratificado su voluntad de seguir negociando la ampliación de su
Gobierno de unidad con todos los partidos sionistas, entre ellos el
Partido Laborista, que es rechazado por sectores «rebeldes» del
Ejecutivo.
Por otra parte, el presidente palestino, Yasir Arafat, admitió
ayer en un discurso ante el Parlamento en Ramala que se han
cometido errores «inaceptables» en el seno de la Autoridad
Palestina y que «no se han hecho verdaderos esfuerzos para hacer
respetar la ley y el orden» en los territorios. Asimismo, advirtió
de que Israel fracasará en su intento de «destruir» al Gobierno
palestino.
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