La reforma política promovida ayer por el presidente ruso, Vladímir
Putin, suscitó duras críticas de sectores liberales, que ven en
ella la restauración del autoritarismo soviético, y presagios de
confrontación con las élites regionales.
Serguéi Mitrojin, líder del partido liberal «Yábloko» en Moscú,
indicó que «esta iniciativa del presidente es un insulto para los
ciudadanos de Rusia, a quienes priva del derecho de elegir a las
autoridades». «También amenaza con un salto de tensión en las
repúblicas nacionales», declaró, según los medios digitales rusos.
En una reunión extraordinaria del Gobierno en pleno y los jefes
de las entidades de Rusia, Putin propuso eliminar la elección por
sufragio universal y directo de los líderes de las repúblicas,
regiones, comarcas y ciudades con rango federal que forman la
Federación Rusa.
También abogó por suprimir de la legislación electoral el
sistema mayoritario, o por circunscripciones, al que ahora
corresponde la mitad de los escaños de la Duma o Cámara de
Diputados de Rusia.
«Lo que propone es que los gobernadores sean designados por el
presidente del país. Esto conducirá al fin del federalismo y al
aumento de la corrupción, pues todos sabemos cómo surgen los
candidatos a uno u otro puesto», dijo el ex viceprimer ministro
ruso y político liberal Borís Nemtsov.
La reforma propuesta por Putin «tiene, por supuesto, sus
aspectos positivos, pero creo que los negativos son más», comentó
en Barcelona el ex presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov. A juicio
del líder de las reformas que acabaron con el comunismo, «lo
principal es que se limitan los derechos de la gente, que, en
particular, se priva del derecho a elegir».
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