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RAFAEL CAÑAS-WASHINGTON
El Partido Demócrata de EEUU halló ayer un amplio arsenal de munición para atacar al Gobierno del presidente George W. Bush con las admisiones sucesivas de Paul Bremer y Donald Rumsfeld sobre la justificación de la guerra y la ocupación de Irak. Bremer, quien fue administrador civil estadounidense en Irak hasta el pasado 28 de junio, reconoció que «nunca tuvimos tropas suficientes sobre el terreno».

Ambos rectificaron rápidamente, ante el malestar mostrado en privado por la Casa Blanca, preocupada por las consecuencias electorales. La aclaración de Bremer, en la que precisó que se refería al momento en que asumió el cargo, en mayo de 2003, no convenció, ya que el 17 de septiembre pasado, en una intervención en la Universidad DePauw, incidió en la falta de tropas en Irak, que fue uno de sus principales puntos de discusión con Washington.

En un discurso pronunciado el lunes en una convención de agentes de seguros y conocido ayer, Bremer admitió también que Estados Unidos había pagado «un alto precio por no haber detenido (a tiempo los saqueos) lo que contribuyó a crear una atmósfera de falta de ley».

Por su parte, el jefe del Pentágono dijo ayer, en un discurso en Nueva York, que no había visto ninguna prueba que vinculara al régimen de Sadam Husein con la red terrorista Al Qaeda. «Que yo sepa, no he visto ninguna prueba firme que vincule a los dos», afirmó.

En esa ocasión, Bremer incluso admitió que «debía haber sido más insistente» con la petición de más soldados. El candidato demócrata a la presidencia, John Kerry, y su oficina de campaña se apresuraron a lanzarse con dureza contra esas admisiones, que dan la razón al discurso demócrata acerca de los motivos de la guerra de Irak o la planificación de la posguerra.