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La dimisión del «número dos» de la CIA, John McLaughlin, que ocupó la jefatura interina de la institución este año durante tres meses, pone de relieve la existencia de graves conflictos internos en el servicio secreto.

La agencia ha estado en el ojo del huracán durante buena parte de este año, cuando se han hecho públicos una serie de informes que ponen en entredicho su actuación en los meses que precedieron a los atentados del 11 de septiembre de 2001.

McLaughlin, un veterano con 32 años de experiencia en la CIA, anunció en un comunicado su salida de este servicio secreto por «una decisión puramente personal».

La salida del carismático funcionario, de enorme prestigio en la comunidad de los servicios secretos de EE UU, representa no sólo el fin de una era dentro de la CIA sino que también, según antiguos funcionarios del servicio secreto, denota toda una marejada interna de disputas entre los mandos.

Esas críticas motivaron en julio la dimisión de su entonces director, George Tenet, lo que dejó a McLaughlin al frente del servicio secreto durante casi tres meses.