Desde entonces rige la Ley de Emergencia en todo el país, cuya
vigencia renovó la semana pasada, por otros dos meses, el primer
ministro interino, Iyad Alaui. La violencia, incesante en el país,
y la amenaza de boicot sugerida por los principales grupos suníes,
que representan a un 20 por ciento de la población, son las
principales preocupaciones del Gobierno interino de cara a una
consulta considerada la piedra angular del proceso de transición
democrática iraquí.
Además, se prohibirá durante el mismo periodo la circulación de
todo vehículo que carezca de los permisos oficiales para evitar los
atentados. Ambas medidas forman parte del plan especial diseñado
por el Gobierno interino para tratar de impedir que los comicios se
tiñan de sangre y garantizar una amplia participación, explicó un
portavoz gubernamental.
Esta es la segunda vez que el Gobierno interino cierra la
frontera con los países vecinos en los últimos tres meses. El
pasado noviembre, escasos días antes de la demoledora operación
lanzada por EEUU contra la ciudad rebelde de Faluya, bastión de la
insurgencia en el oeste de Bagdad, se decretó el cierre del
aeropuerto internacional de la capital y se restringieron los
accesos por carretera.
Mientras, dos candidatos a las elecciones por el partido Acuerdo
Nacional Iraquí del primer ministro murieron abatidos por disparos
de hombres armados en el sur de Irak. Asimismo, al menos tres
personas murieron en Bagdad en un atentado con coche bomba en el
exterior de las oficinas del partido chií Consejo Supremo para la
Revolución Islámica en Irak, principal contendiente en los
comicios.
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