El ambiente electoral se nota ya en las calles de Bagdad.

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NAMIR SOBHI-BAGDAD
En una grabación de audio colgada en Internet, una voz atribuida a Zarqaui afirma: «Hemos declarado una guerra encarnizada contra los principios de democracia -promulgados por la Administración de EEUU- y sus representantes». Asimismo, califica la consulta de «complot» contra los suníes de Irak diseñado por EEUU con el apoyo de sus aliados chiíes y añadió que «los candidatos a los comicios buscan convertirse en semidioses y aquellos que les voten serán unos infieles».

El terrorista jordano se enfrenta, además, a una condena a muerte en su país natal tras ser declarado culpable de organizar atentados terroristas en el reino hachemí. Las elecciones del próximo 30 de enero están consideradas por el Gobierno interino y las autoridades estadounidenses como la piedra angular del nuevo proceso político y el camino hacia una futura estabilización del país.

La voz atribuida a Zarqaui indica que el proceso electoral con el que EEUU pretende llevar la democracia a Irak es «una gran mentira» y acusa al Gobierno del primer ministro Iyad Alaui de ser «una marioneta» confeccionada por las autoridades estadounidenses para poder llevar a cabo sus planes en el país árabe. La voz de la grabación, cuya autenticidad no ha sido confirmada aún por otras fuentes, parece coincidir con otras anteriores también atribuidas a Zarqaui.

El prófugo jordano, considerado por las fuerzas estadounidenses la mayor amenaza terrorista de Irak, dirige la «Organización de Al Qaeda para la Guerra Santa en Mesopotamia», uno de los grupos más sanguinarios que opera en el país árabe y que se ha cobrado la vida de decenas de personas. EEUU ha ofrecido una recompensa de 25 millones de dólares por la cabeza de Zarqaui, la misma cantidad que fijó por la captura, vivo o muerto, del líder de «Al Qaeda», el disidente saudí Osama Bin Laden.

Diferentes facciones suníes iraquíes, que representan a más del 20 por ciento de una población de unos 25 millones, han anunciado su intención de boicotear los comicios al considerar que la violencia que sacude Irak impedirá a una parte importante de su comunidad votar en los colegios electorales. Las peculiares elecciones iraquíes implican que hasta el día antes los electores no conocerán el lugar donde tienen que votar.