Al menos 45 personas murieron ayer en Irak una nueva jornada de
violencia en la que tuvo lugar la explosión de un coche bomba en un
mezquita y un ataque contra una panadería. Otras 65 fallecieron el
jueves en una escalada sangrienta sin precedentes desde las
elecciones del pasado 30 de enero.
El estallido, que causó decenas de heridos, se produjo horas
después de que un portavoz del Consejo Supremo de la Revolución
Islámica, el principal partido chií, anunciara que Amaar Al Hilali,
representante en Bagdad del ayatola Ali Sistani -máxima autoridad
religiosa de esa comunidad-, había sido herido en un atentado.
Según fuentes chiíes citadas por la cadena de televisión qatarí
Al Yazira, trece personas murieron por la explosión de un vehículo
frente a una mezquita chií al noreste de Bagdad, al poco de que
portavoces policiales informaran de que el ataque contra una
panadería de la capital había causado nueve víctimas mortales.
Según las fuentes del canal árabe, el automóvil era conducido
por un suicida y estalló tras el rezo del viernes santo musulmán en
un templo de la localidad de Balad Ruz, en el último de los ataques
de los insurgentes de la minoritaria comunidad suní contra los
mayoritarios grupos chiíes.
El partido de Hilali forma parte de la lista Alianza Iraquí
Unida, que representa al chiismo confesional, está auspiciada por
Al Sistani y encabeza de largo el escrutinio de las pasadas
elecciones, boicoteadas por los suníes.
Tras el ataque, los agresores se dieron a la fuga en los mismos
vehículos en que habían llegado al lugar. Los ataques de ayer
habían sido precedidos por la muerte de más de treinta personas, al
menos diez de ellas policías, en combates que enfrentaron la noche
del jueves a las fuerzas de seguridad iraquíes y miembros de la
insurgencia de Bagdad.
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