«Ha sido algo horrible», añadió. «No íbamos particularmente rápido
para una situación de ese tipo», explicó Sgrena a la prensa y a
fiscales que la interrogaron en el hospital, lo que contrasta con
la versión oficial del Ejército estadounidense, que afirmó en un
comunicado que los soldados abrieron fuego contra el vehículo
porque iba a gran velocidad y su conductor no se detuvo.
En las primeras declaraciones a la prensa, Sgrena manifestó
estar afectada por la muerte del espía italiano Nicola Calipari,
que le salvó la vida cubriéndole con su cuerpo cuando soldados
estadounidenses dispararon contra ellos. Sgrena, de 56 años y que
permanece ingresada en el hospital militar Celio de Roma por una
herida en el hombro, aseguró a la cadena RAI News 24 «estar bien
para el peligro que ha corrido» y relató lo ocurrido el viernes por
la noche cuando viajaba en un coche junto con Calipari y otros dos
agentes del servicio secreto hacia el aeropuerto de Bagdad.
«Me ha conmocionado particularmente porque pensábamos que el
peligro ya había pasado tras mi entrega a los italianos», señaló.
«Sin embargo, de repente, se produjo ese tiroteo, fuimos alcanzados
por una lluvia de fuego», precisó. «Yo estaba hablando con Nicola,
que me estaba contando lo que había pasado en este tiempo en
Italia, cuando se apoyó sobre mí, puede que incluso para
defenderme, y luego se ha agachado y he descubierto que estaba
muerto», explicó.
Mientras el Gobierno de Silvio Berlusconi insiste en su demanda
a la Casa Blanca de que se clarifiquen de forma rápida los hechos,
el compañero de la periodista, Pier Scolari, habla abiertamente de
«emboscada» por parte de las tropas norteamericanas. «Giuliana
tenía informaciones y los militares estadounidenses no querían que
saliera viva», dijo Scolari, que hizo junto a la reportera de «Il
Manifesto» el viaje de retorno a Roma.
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