Una de las torturas que los soldados realizaban en la prisión de Abu Ghraib.

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Agentes de la CIA y militares estadounidenses conspiraron en la cárcel de Abu Ghraib para ocultar nombres de prisioneros, muchos de los cuales eran inocentes, según una organización de defensa de los derechos humanos.

El joven también le dijo que «su hermano estaba allí con él y que realmente quería ver a su madre... Lloraba», afirmó la general en una declaración que se incluye en un documento de unas 800 páginas.

En esa prisión iraquí, escenario del escándalo de abusos a prisioneros por parte de efectivos de EEUU, había también niños, según declaraciones difundidas ayer por la ex responsable de la cárcel, la general Janis Karpinski.

Esta general de brigada, que comandaba la unidad encargada de la prisión, declaró a los investigadores que ella misma habló con un niño que «me dijo que tenía casi doce años».

Estos papeles, difundidos por la Unión de Libertades Civiles de EEUU (ACLU), recogen las transcripciones de grabaciones realizadas sobre el escándalo y pone de manifiesto que se utilizaron perros contra adolescentes y algunas «técnicas brutales de interrogatorio».

La ACLU consiguió estos documentos a través de una demanda que presentó para investigar los abusos acogiéndose a la Ley de Libertad de Información.

De acuerdo con las transcripciones difundidas, Karpinski desveló también que el general Walter Wodjakowski, el número dos del Ejército de EEUU en Irak cuando saltó el escándalo de los abusos, le había dicho a mediados de 2003 que no liberase a más prisioneros, incluso si eran inocentes.

Según Karpinski, el general llegó a decirle: «no me importa si estamos reteniendo a 15.000 civiles inocentes. Estamos ganando la guerra».

En los documentos hechos públicos, se cita expresamente que en Abu Ghraib había una atmósfera de «fobia a la liberación». Los textos revelan además que oficiales de inteligencia militar y el Servicio Central de Información (CIA) estadounidense pactaron cómo ocultar a «detenidos fantasmas», cuya detención no se había registrado en ningún documento y que escapaban al control de los observadores internacionales y los investigadores de organizaciones humanitarias como la Cruz Roja Internacional.