El ex ministro del Interior kirguís, Keneshbek Dushebayev dirige a unos 10.000 manifestantes hacia la capital.

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AGENCIAS-BISHKEK/MOSCÚ
El derrocado ministro del Interior de Kirguizistán dirigía ayer a miles de manifestantes hacia la capital Bishkek para protestar contra el derrocamiento del presidente Askar Akáyev, y advirtió que hay un grave riesgo de guerra civil. La capital estaba tranquila el sábado, con pocos signos de la violencia, saqueos y destrucción que sacudieron Bishkek después de que las masivas protestas del jueves pusieran un repentino fin a los 14 años de gobierno de Akáyev en este empobrecido país ex soviético.

Un hombre de la multitud, Rustam Ibraimov, de 24 años, dijo: «Nuestra demanda es detener esta ausencia de ley en Bishkek. La toma de poder es ilegal. No apoyamos al presidente Akáyev, pero el cambio de poder debería haberse hecho de acuerdo a la ley».

Pero en Chym Korgon, a 90 kilómetros de la capital, unas 3.000 personas se dieron cita para marchar hacia la capital en protesta contra la forma en la que fue derrocado el presidente. «Puede que lleguemos allá hoy, puede que lleguemos mañana, pero lo importante es que iremos allá», dijo Keneshbek Dushebayev, designado ministro de Interior por Akáyev poco antes de ser expulsado del poder. Dushebayev, que lidera las protestas y espera reúnan a unas 10.000 personas, dijo: «El país está virtualmente dividido y todo está a punto de una guerra civil».

Mientras, el nuevo Gobierno kirguís asumió ayer el control político, social y militar de este país centro asiático, y convocó elecciones legislativas para el próximo 26 de junio. «Los órganos de seguridad han restaurado el orden público. La situación en Bishkek es tranquila, los saqueos y pogromos han terminado», aseguró Edil Baisálov, presidente de la coalición «Por la Democracia y la Sociedad Civil», una de las principales fuerzas de la «Revolución de los Tulipanes».

Según fuentes militares, una división motorizada del Ejército kirguís se dirige a Bishkek para reforzar la seguridad en los principales edificios gubernamentales. La división Koitásh, acantonada en las afueras de Bishkek, se unirá a las fuerzas del Interior, las unidades especiales, la policía antidisturbios y los grupos de defensa ciudadana para garantizar el orden en la capital kirguís, de 800.000 habitantes.