Entre las delegaciones religiosas participaron 140 personas, entre
ellas representantes de las Iglesias Ortodoxas, de las Iglesias
Orientales Ortodoxas, de las Iglesias y comuniones eclesiales de
Occidente, organizaciones cristianas internacionales, la Asociación
Nacional de Evangélicos, representantes del Judaísmo, del Islam y
delegaciones de otras religiones no cristianas.
Las exequias de Juan Pablo II permitieron que diferentes
dignatarios intercambiaran unas palabras antes de comenzar la
ceremonia. Así, permitieron un contacto espectacular y sin
precedentes entre un presidente israelí y los jefes de dos Estados
considerados como los peores enemigos de Israel: Irán y Siria.
Una vez finalizada la ceremonia en el Vaticano, el presidente
israelí Moshe Katzav, de origen iraní, conversó en persa con su
homólogo de la República islámica de Irán, Mohamad Jatami.
Además Katzav estrechó en dos ocasiones la mano del presidente
sirio Bachar al Asad, sentado justo detrás de su homólogo israelí
en el área reservada a las personalidades en la plaza de San Pedro.
Estos contactos sientan un precedente en la historia de las
relaciones entre los tres países.
A modo de anécdota, el príncipe Carlos de Inglaterra saludó
ayer, sin querer, al controvertido presidente de Zimbabue, Robert
Mugabe. El príncipe, separado del presidente zimbabuense por un
asiento en la zona de dignatarios, «fue tomado por sorpresa y en
una posición en la que no pudo evitar estrechar la mano del señor
Mugabe», explicó un portavoz de Clarence House.
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