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ALBERTO MASEGOSA-EL CAIRO
El funeral de Juan Pablo II causó ayer un terremoto político en Oriente Medio tras conocerse que los líderes de Irán y Siria, enemigos acérrimos de Israel, estrecharon la mano en Roma a su homólogo del Estado israelí. Los saludos que los presidentes iraní, Mohamed Jatamí, y sirio, Bachar Al Asad, intercambiaron en la capital italiana con su colega israelí, Moshe Katsav, han sido interpretados como algo más que mera formalidad.

Los paralelismos biográficos de Katsav y Jatamí debía conocerlos la diplomacia vaticana, que situó en lugares contiguos a las delegaciones israelí e iraní en la ceremonia fúnebre. La revelación del suceso no ha gustado al reformista Jatamí, cuya participación en el funeral por el Papa Juan Pablo II fue criticada por el sector conservador del régimen de Teherán, cuyo guía espiritual, Ali Jamenei, no mandó a Roma ni un mensaje de condolencias.

En el caso de Jatami el ademán cobra aún mayor significado ya que, según el israelí, fue el iraní quien le tendió la mano, al coincidir ambos en la exequias. «Se la estreché y dije, la paz sea contigo. Luego estuvimos hablando en farsi (lengua persa) sobre la región de Yazd (sur de Irán) en la que ambos nacimos, con dos años de diferencia», relató Katsav.