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El grupo automovilístico MG Rover, en quiebra desde hace ocho días, vivió ayer su «viernes negro» al anunciar que despedirá a 5.000 de los algo más de 6.000 empleados que trabajan en su fábrica de Longbridge, más del 80% de su plantilla.

El jefe del Gobierno, acompañado de sus ministros de Economía, Gordon Brown, y Comercio e Industria, Patricia Hewitt, viajó a la fábrica con el fin de anunciar un paquete de ayudas para los afectados. Allí, Blair anunció una ayuda de 218 millones de euros para apoyar a los empleados despedidos por MG Rover y afirmó su «verdadero pesar» por la triste suerte de los trabajadores. La crisis supone un golpe para la campaña del Partido Laborista que lidera Blair, ya que le puede restar muchos votos y alejar su deseo de renovar el mandato

La entidad británica, en manos de administradores de la compañía PricewaterhouseCoopers (PWC), empezará a enviar hoy sábado las cartas de despido a los afectados. Sobre los trabajadores restantes de Longbridge, PWC explicó que 600 empleados completarán unos mil coches que están a medio construir, mientras que 400 se quedarán en la planta de motores de la empresa y unos 25 permanecerán en MG, brazo deportivo del grupo.

MG Rover, cuyo colapso puede repercutir en unos 15.000 empleos de suministradores del grupo automovilístico, venía registrando pérdidas de 37 millones de euros mensuales, explicaron los administradores. La eliminación de los puestos de trabajo se anunció horas después de que la compañía china Shanghai Automotive Industry Corp (SAIC) comunicara al Gobierno británico que no quiere comprar MG Rover.

La marca, el último fabricante automovilístico británico, pasó la semana pasada a manos de los administradores después de que fracasara un acuerdo para firmar una alianza con SAIC. El colapso de MG Rover obligó al primer ministro británico, Tony Blair, a cancelar un acto electoral que había programado en el oeste de Londres, para ocuparse personalmente del problema.