No hay ambiente triunfalista este fin de semana entre los
laboristas a diferencia de lo que ocurrió tras sus dos victorias
anteriores (1997 y 2001), sino que parece predominar la acritud y
el resentimiento.
Lejos de los focos de la actualidad, el primer ministro se
dedicó el sábado y domingo a la formación del Ejecutivo, que
mantiene a varios pesos pesados del gabinete anterior y recupera a
algún fiel como el ex titular de Interior David Blunkett.
Ni siquiera se dejó ver ayer en la ceremonia de colocación de
una corona de flores ante el monumento a los caídos en el barrio
del Gobierno en el 60 aniversario de la victoria en la Segunda
Guerra Mundial, en la que estuvo representado por el nuevo titular
de Defensa, John Reid.
El ex ministro laborista de Asuntos Exteriores Robin Cook, que
instó el sábado a Blair a dejar paso a un sucesor antes de las
elecciones locales de la próxima primavera, relacionó ayer
directamente la pérdida de votos con la guerra de Irak.
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