La ofensiva militar rompe la relativa calma que imperaba en las
provincias kurdas en los últimos casi cinco años, después de que el
líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdala
Ocalan pidiera a sus combatientes que depusieran las armas y
decretó un alto el fuego unilateral.
Nueve miembros del PKK murieron el en combates con soldados
turcos en Ovacik, una localidad de la provincia kurda de Tunceli.
Según la cadena de televisión NTV, que citó fuentes militares, dos
de los rebeldes muertos son mujeres, y en la operación se
incautaron numerosas armas a los separatistas.
También el viernes los rebeldes del PKK mataron a tres gendarmes
y dejaron a otros cuatro heridos en una emboscada que les tendieron
en la provincia de Bingol, situada en el sudeste. En la misma zona,
hace tres días, otros tres rebeldes kurdos perdieron la vida en
otra operación gubernamental, indicaron responsables turcos, que
revelaron que la campaña que actualmente se desarrolla en Tunceli
cuenta con el apoyo de la Fuerza Aérea turca.
Altos mandos castrenses justificaron la semana pasada sus
acciones militares en el sudeste del país porque dicen haber
detectado la entrada de combatientes del PKK en Turquía desde el
norte de Irak. El general Ilter Basbug, jefe de Estado Mayor
adjunto del Ejército turco, denunció que los separatistas han
llegado al país con un explosivo conocido como C-4, y que ya ha
sido utilizado en algunos atentados.
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