Marruecos conmemorará hoy el segundo aniversario de los
atentados terroristas de Casablanca, mientras que muchos de los
miles de integristas detenidos tras los mismos mantienen una huelga
de hambre desde el pasado 2 de mayo para exigir su liberación o la
revisión de sus juicios.
El 16 de mayo de 2003, cinco atentados suicidas casi simultáneos
causaron 45 muertos, entre ellos doce kamikazes, y mostraron por
primera vez el calado del islamismo radical en Marruecos, un país
que hasta entonces parecía inmunizado contra el terrorismo
integrista.
Los atentados fueron perpetrados por jóvenes integristas
marroquíes de extracción humilde contra la Casa de España, el Hotel
Farah, el restaurante italiano Positano, la Alianza Judía y un
antiguo cementerio judío de Casablanca, la capital económica y la
ciudad más poblada de Marruecos.
Poco después de los atentados, en los que murieron cuatro
españoles, el Parlamento marroquí aprobó en trámite de urgencia una
nueva ley antiterrorista que fue muy criticada por las
organizaciones de derechos humanos por considerar que iba a
permitir los excesos tanto policiales como judiciales.
Más de cinco mil personas fueron detenidas tras los atentados,
de las que 2.112 han sido ya inculpadas por los tribunales
marroquíes, que han dictado 903 condenas definitivas, entre ellas
17 penas de muerte.
Ahora, muchos de estos prisioneros islamistas están echando un
pulso al gobierno con una huelga de hambre que entrará en su
tercera semana y que ha causado ya una víctima según varias
asociaciones. Abderrahim Mohtade, portavoz de la asociación,
«Ennassir», afirmó que ya son 150 los presos que se encuentran en
una situación grave como consecuencia de la huelga de hambre.
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