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VIVIANA GARCÍA-LONDRES
Nerviosos y preocupados, pero dispuestos a no dejarse intimidar por los terroristas que atentaron contra la capital británica, millones de londinenses volvieron ayer a utilizar el transporte público para acudir a sus puestos de trabajo. Las líneas del metro funcionan con normalidad, a excepción de los tramos donde el pasado jueves explotaron tres bombas, en King's Cross, Edgware Road y Liverpool Street.

En las calles de Londres había más furgonetas de la policía y algunos agentes han subido a los autobuses para revisar bolsos y pertenencias de los pasajeros como medida de seguridad.

Los trenes circulaban llenos a la hora punta de la mañana, aunque con más medidas de seguridad de lo habitual, pues policías vigilan los accesos de las principales estaciones del metro.

El pasado viernes, miles de personas optaron por no acudir al trabajo a causa del cierre de algunas líneas del metro y los retrasos causados por los atentados.

Mientras, la venta de bicicletas, desde los modelos plegables a otros más sofisticados, aumentaron de forma espectacular en Londres desde el jueves. Ante el temor de volver a utilizar los transportes públicos, algunos ni siquiera esperaron al viernes.

«Los clientes llegaban uno detrás del otro. Estaba desbordado», afirma Grant Young, dueño de Condor Bikes, en el oeste de Londres. Este negocio, el más viejo de la capital, vendió unas cincuenta bicicletas el jueves contra una media de quince por día antes de los ataques.