La operación de rescate del batiscafo ruso varado desde el jueves
en las profundidades del océano Pacífico con siete tripulantes a
bordo se complicó ayer al estar «fijado» a los cables de la antena
de vigilancia costera.
Las autoridades rusas habían informado en un primer momento de que
la hélice del sumergible había quedado enganchada a una red de
pesca en el fondo del mar, a unos 100 kilómetros de la península de
Kamchatka.
«Por esta razón, habrá que izar no sólo el batiscafo sino todo
el sistema», declaró ayer el almirante Víctor Fedorov, comandante
de la Flota del Pacífico de Rusia.
El almirante ruso agregó que «la antena está sujetada al lecho
del mar con un ancla de 60 toneladas de peso. Para que la inmersión
sea posible habrá que provocar una explosión del ancla para
arrancar el sistema del fondo marino».
En caso de que la explosión controlada fuera un «éxito», buques
de la Armada rusa arrastrarían el batiscafo AS-28 hacia un banco de
arena a unos 15 kilómetros de distancia y posteriormente lo izarían
a la superficie.
Por de pronto, agregó, «ya hemos enganchado el cable de la
antena. Los tripulantes del batiscafo siguen de cerca la
operación».
Según algunas fuentes, el batiscafo AS-28 efectuaba un simulacro
de rescate, mientras otras fuentes hablan de «operaciones
secretas».
La confusión que rodea esta operación de rescate recuerda a la
tragedia del submarino nuclear «Kursk», que se hundió el 12 agosto
de 2000 en el mar de Barents, naufragio en el que murieron sus 118
tripulantes.
Un batiscafo similar a éste fue utilizado, sin éxito, en las
operaciones de rescate del «Kursk», en las que Rusia vetó a buques
extranjeros.
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