Un policía israelí fuerza a un colono a que suba al autobús en la franja de Gaza.

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EFE-JERUSALEM
La primera jornada de evacuación forzosa de los asentamientos judíos de la franja de Gaza concluyó ayer con un saldo de 20 heridos entre agentes del orden y civiles, nueve asentamientos evacuados y tres palestinos muertos por disparos de un conductor de autobús israelí.

La muerte de los tres palestinos fue el incidente más grave y provocó que las fuerzas de seguridad declarasen el estado de alerta máxima ante el temor de una venganza de grupos radicales.

El conductor de autobús Asher Weigel, de 50 años, que también hirió a otros tres palestinos, uno de ellos gravemente, se dedicaba a conducir a trabajadores palestinos hasta la zona industrial del asentamiento Shilo, entre Ramala y Naplusa.

Cuando llegó a esa zona, informaron testigos oculares, logró arrebatar su arma a un agente de seguridad israelí con la que mató a los dos obreros que había traído consigo para la empresa Ortal, y acto seguido mató a un tercer operario e hirió a otros tres, todos de una aldea del norte de la ciudad de Ramala.

Un portavoz del Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas) afirmó en una primera reacción palestina, que se ha de vengar a las víctimas del ataque de ayer.

Sin embargo, aclaró que su milicia no tiene intenciones de atacar de momento en la franja de Gaza a fin de posibilitar la retirada militar y el desmantelamiento de los asentamientos judíos.

Por su parte, el presidente del Consejo que agrupa a los asentamientos judíos de Cisjordania y la franja de Gaza, Bentzi Liberman consideró que el ataque fue «una locura sin ninguna justificación aunque la de ayer fuera una jornada de duelo».

En el asentamiento urbano de Nevé Dekalim, donde residían 500 familias, gran parte de ellas optaron por desalojar sus casas por la fuerza y fuentes policiales informaron del incendio de 60 de ellas.

Entre la quema de neumáticos, el sabotaje contra vehículos «enemigos» y los empujones -ya que las fuerzas del orden van desarmadas-, se registraron conmovedoras escenas de llanto colectivo entre el personal afectado al desalojo y los desalojados.

Trece de los heridos en los forcejeos con los opositores a la evacuación de ese territorio palestino, que consideran parte de la antigua Tierra de Israel, fueron soldados y agentes de policía, cinco civiles y un turista no identificado.

Una muchacha radical del movimiento «anaranjado», cuyos adolescentes activistas guiados por sus rabinos ultranacionalistas son los que llevan «la batalla» contra el Gobierno de Ariel Sharón y sus fuerzas de seguridad, atacó con una aguja a una mujer soldado.

Dos de los heridos se encuentran en estado grave, entre ellos una mujer de 54 años que intentó suicidarse prendiéndose fuego en la ciudad de Netivot.

Ayer por la tarde también fueron desalojados en medio de cánticos y de escenas emotivas el seminario religioso (yeshivá) de Nevé Dekalim, donde hace dos noches quedaban menos de la mitad de sus 500 familias, la «capital» de los quince asentamientos del bloque de Gush Katif.

El jefe de operaciones del Ejército, general Israel Ziv, declaró que «la lucha de los colonos y sus aliados «anaranjados» contra la evacuación pasó de tener una base amplia a casos individuales».

La celeridad relativa con la que se vaciaron totalmente cuatro asentamientos, lo que sumado a los de días anteriores eleva el número de desalojados a nueve, despertaba optimismo entre los organizadores de la gigantesca operación con 42.000 efectivos.

El subjefe de las Fuerzas Armadas, general Moshé Kaplinsky, declaró que la evacuación podría completarse «a principios de la semana próxima», antes del 4 se septiembre.