Una colaboradora cercana a Bush asumió ayer la ardua tarea de reconstruir la imagen global de Estados Unidos.

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En el fuego cruzado de acusaciones desatado tras el huracán 'Katrina', está quedando de relieve que los principales responsables de asistir a los afectados tenían poca experiencia en ese campo pero, eso sí, muchas conexiones políticas. La respuesta al desastre ha dejado insatisfechos a la mayoría de los estadounidenses, que según las encuestas consideran que el presidente George W. Bush debería haber hecho más, y buena parte del Congreso -demócratas y republicanos- reclama cabezas.

«No se hizo lo suficiente. No creo que se aprovechara el tiempo de que disponíamos, y la verdad es que no sé porqué», afirmó el ex secretario de Estado.

A las críticas se sumó ayer el ex secretario de Estado Colin Powell, precisamente uno de los nombres que más suenan para hacerse cargo de la coordinación de la ayuda y la reconstrucción a largo plazo de la zona afectada. En declaraciones a la cadena ABC News, Powell afirmó que «ha habido muchos fallos a muchos niveles, local, estatal y federal. A lo largo del tiempo ha habido suficientes avisos sobre el peligro en Nueva Orleans».

Precisamente, ayer el 'Katrina' se cobró su primera vitima política. El director de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA), Michael Brown, fue relevado de sus funciones al frente de la coordinación de las labores de emergencia. Brown, quien ha sido objeto de todo tipo de críticas por su mala gestión de la respuesta federal al desastre, ha sido llamado a Washington.

Tras diez días en que la atención de Washington ha estado dominada casi de manera exclusiva por la crisis dejada por el huracán, Bush recordó ayer que «seguimos siendo una nación en guerra». En vísperas de cumplirse el cuarto aniversario del 11-S, los terroristas «continúan dispuestos a matar».