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La inesperada deserción ayer del ministro israelí de Defensa, Shaul Mofaz, ha dejado el partido Likud en manos de la derecha radical en momentos en que las encuestas prevén el desplome político de esa formación en las elecciones del 28 de marzo.

«Los acontecimientos en las últimas semanas me han llevado a la conclusión dolorosa de que (la ideología) del Likud se aleja cada vez más de mí», dijo Mofaz en una multitudinaria rueda de prensa en la que explicó su precipitada e inesperada decisión.

Mofaz agregó: «El Likud ha girado hacia la extrema derecha del mapa político, hacia un camino que no es el mío».

La decisión del titular de Defensa ha sacudido a la opinión pública local y los círculos políticos, ya que hasta el viernes aún aseguraba que no abandonaría su «casa ideológica» para seguir los pasos del primer ministro, Ariel Sharón, quien ha fundado una fuerza centrista, «Kadima», a la que las encuestas auguran un éxito notable en los comicios legislativos del próximo 28 de marzo.

«El Likud es mi casa, una casa que no se abandona», subrayó el ministro el viernes, una frase que hoy le recordaban todos los medios de prensa para poner en entredicho su credibilidad.

Y es que Sharón le había ofrecido la cartera de Defensa hace ya un mes -cuando decidió abandonar el Likud y formar el partido «Kadima»-, ofrecimiento al que Mofaz respondió una y otra vez con un rotundo no.

ayer, de forma inesperada, cambió de opinión y vio en el nuevo partido «la única vía posible para influir», eso sí, tras haber renovado la promesa de que será ministro de Defensa si Sharón gana las elecciones de marzo.

Las últimas encuestas conceden a «Kadima» 39 diputados en la próxima legislatura, mientras que el Partido Laborista obtendría 23 y el Likud, muy por detrás, sólo 13. El desplome del histórico bloque nacionalista creado en 1973 se debe, según Mofaz, a la radicalización del partido en los últimos años, obra de un grupo de ultranacionalistas que ha desviado su ideología hacia la extrema derecha.